Phantogram y Weezer la rompen en el escenario Doritos

Un cielo oscuro comenzaba a brotar, e indicaba la llegada de una de las bandas más esperadas del primer día del Corona Capital.

6:50 pm, el escenario se encuentra abarrotado de una multitud que espera impaciente la llegada de del dúo neoyorquino. De pronto todo el mundo se queda en silencio un momento, y «Black Out Days» anuncia la llegada de Sarah Barthel y Josh Carter.

Al principio no fue todo perfecto, ya que el micrófono de Sarah no tenía el volumen adecuado y el público gritaba que le subieran el volumen. Una vez arreglado este fallo, las canciones fueron pasando una tras otra, con una gran mezcla de bajo, sintetizadores, guitarras y un pequeño pad, que iban turnando para tocarlo.

Cuando «When I’m Small» comenzó a sonar, todos sabíamos que sería la última canción del show, pero la vocalista, que no dejaba de repetir cuanto amaba a sus fans, quiso hacer un extra por sus fanáticos; así que en un acto de impulsividad, bajó del escenerio y se lanzó sobre la masa, quienes la cargaron unos cuantos segundos. Así concluyó uno de los mejores shows de ese día.

Pero todavía faltaba una banda por ver.

Los miembros del staff comenzaron a remodelar el escenario, una batería un poco más grande de la usual y una enorme W colgada que revelaba quien era la siguiente banda.

9:00 pm, Franz Ferninand se escucha de fondo, y un público impaciente vitorea el nombre de la banda para animarlos a salir «OLÉ OLÉ OLÉ OLÉ WEEZER WEEZER» se escucha al unísono por todo el recinto.

Una grabación que decía «Happy Days is filmed before a live audience», fue la que dio pauta a que, por fin, Weezer saliera, comenzando con una de sus más icónicas canciones «Buddy Holly», inundando a todos de euforia, gritos y aplausos.

«¿Cómo están cabrones?» saludó Rivers (quien en todo momento habló en español), para seguir con otro de sus éxitos «Undone-The Sweater Song».

También tocaron sus ya conocidos covers de «Take On Me», «Africa», «Paranoid», que solo hacían que la muchedumbre se extasiara más y más.

Al terminar «Pork and Beans», la banda dejó sus instrumentos y salió del escenario sin decir una sola palabra, dejando a todos con la duda de si eso era todo. Entre gritos para que volvieran a salir y más porras, los integrantes regresaron, para interpretar nuevamente «Buddy Holly» pero esta vez al mero estilo de un cuarteto de barbería.

Todos regresaron a sus instrumentos. «¿Quieren un regalito?» dijo Rivers, justo para empezar a tocar Lithium del grupo Nirvana.

Finalmente cerraron con «Say Ain’t So», despidiéndose sosteniendo una bandera de México con el símbolo de la banda. Y con Rivers alzando su ya conocida camiseta del equipo de fútbol mexicano Tiburones.

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